lunes, 25 de agosto de 2008

Noches De Alcohol Y Lágrimas




Aquella noche esperada,
pensábamos que nuestra felicidad era eterna.
Estábamos pletóricas, sonrientes, nos sentíamos únicas
e irrompibles.

Pero por un momento todo lo vimos gris y nublado
húmedo
borroso.

No me gusta mirar entre lágrimas,
y esa noche nadie consiguió desempañar nuestras pupilas.
Ni parabrisas apuestos, ni paños dispuestos.

Nuestros corazones palpitaban
al son de la música,
y creíamos,
que también al ritmo de su corazón.

Hasta que sin querer,
nuestro compás silencioso
perdió la compostura
y cayó al suelo,
lo pisaron,
y se hizo pedazos.

Y aunque otros muchos seres
lo intentaron arreglar
con tiritas de besos,
caricias de curar
calor
y mantas de abrazos,
creo que sólo el tiempo
el temido tiempo,
el tic tac,
lo podrá remendar.




miércoles trece de agosto del dosmilocho

5 comentarios:

Anónimo dijo...

q no tota, q lo remendamos tu y yo!!
sin nadie mas!

isabel dijo...

muuuuuuuaaaaaaaaaaa

Marcus Versus dijo...

noches de ritmo y compás

algunas noches de verano
es mejor llevar paraguas para las niñas que lloran.
algunas noches de verano
es mejor marcapasos que corazón,
algunas noches de verano
no estamos preparados para el calor,
ni para el deseo, ni para la carne sin hueso.

porque sentirse volando no es sentirse real,
repito,
porque sentirse volando no es sentirse real.

y luego vendrán otros inviernos, otros latidos,
otras miradas, otras manos, otras lágrimas de usar y tirar.
o tal vez sean las mismas, tal vez sean iguales o parecidas,
y es que todas las noches de ritmo y compás tienen el mismo final.

algunas noches de verano
es mejor disfrutar que soñar.
algunas noches de verano
es mejor soñar que tirar los sentimientos contra el suelo
algunas noches de verano
no estamos preparados para el calor,
ni para el deseo, ni para lanzarnos besos bajo mantas de abrazos.





[ me alegra tanto verte... ]

Anónimo dijo...

oye, eso que te han dejado por ahí abajo es increible eh...
no te puedes quejar floreciyaaaa!!

Dean Moriarty dijo...

Noches en las que sólo la luna y las estrellas son sabedoras de todo lo que concierne bajo su atenta y luminosa mirada.

Un ebso dulce

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