
Mi casa es un submarino
de risas sin descanso
ya no conozco lo que era el llanto
se me olvida cada minuto
que la veo sonreír
y plantarle cara a la vida
cuando es tan hija de puta
que te dan ganas de matarla
a ella
a la vida.
Mi casa es un pequeño castillo
en el centro de Madrid
lleno de caricias
en el que se vive con prisa
por si acaso no nos da tiempo
de abrazarnos por la mañana
antes de salir.
Mi casa la tiene a ella
por eso a veces también es azul
y espera como yo
que suene al ascensor
y pare en la segunda planta
que luego suene la cerradura
y el caer de sus llaves en la mesa del pasillo.
Su grito de alegría cuando me ve aquí plantada
y espera que la mire y la diga que yo también.
Mi casa tiene sonidos de violines y de flautas
y escucha cada mañana
sus pisadas de calcetín silencioso
que intenta no despertarme,
el sonido de sus manos chocando con las teclas
el pasar lento de las hojas de papel de sus apuntes
y los sorbitos del café de las 5.
Pero también tiembla
cuando nos da por saltar de la mano
y por reírnos de la vida
porque sabemos que de la mano
la vida ya no es hija de puta.